LOS 10 ASESINOS DE LA ORACIÓN.



La mejor manera de no tener basura espiritual que obstaculice nuestra vida de oración es evitándola. Pero si no la ha podido evitar, lo mejor será limpiarla cuanto antes. He descubierto que hay diez bloqueadores comunes para las oraciones eficaces. Los llamo asesinos de la oración porque se llevan todo el poder de nuestras oraciones e impiden nuestra relación con Elohim. Si encuentra que uno o más de estos bloqueadores se ajustan a usted, confiésalo a Elohim y pídale perdón para restablecer su conexión con Él.


Asesino de oración 1: Pecados no confesados. 

El pecado no confesado es quizás el más común de los asesinos de la oración. El (Salmo 66:18) dice: «Él no habría escuchado si yo no hubiera confesado mis pecados» (La Biblia al día). Cuando la Biblia habla de mirar el pecado, se refiere al pecado in-confesado. Elohim es perfecto y no puede tolerar el pecado en nosotros. Como resultado, le resta el poder a nuestras oraciones. 

La buena noticia es que Elohim nos perdona cuando confesamos el pecado y este desaparece. Los antecedentes se borran y no tenemos que rendir más cuenta por ellos (Jeremías 31:34). No solo Elohim perdona nuestro pecado, sino que decide verdaderamente olvidar todos los pasados. En ese momento se restaura nuestra relación y nuestras oraciones vuelven a cobrar poder. Nuestras acciones pasadas pueden aun tener sus consecuencias, pero el pecado en sí recibió perdón.

Si ha confesado su pecado y lo ha rendido a Elohim, pero continúa sintiéndose acusado, no es la voz de Elohim la que escucha; es la de Satanás, el acusador, atacándole. Siempre recuerde, el perdón de Elohim es completo (1º Juan 1:9). No deje que Satanás le acuse cuando ya Cristo le ha libertado.

El pecado no perdonado también tiene otras consecuencias. Podíamos decir este salmo a la inversa y esto también sería cierto: «Él habría escuchado si yo hubiera confesado mis pecados». El pecado embota nuestros sentidos y nos separa de Elohim. Analice el caso de Adán y Eva: Cuando pecaron, no quisieron andar más con Elohim; se escondieron de Él.
Además de hacernos huir de Elohim, el pecado también hace que nos aislemos de otros creyentes. En Life Together (La vida juntos), Dietrich Bonhoeffer escribió:

El pecado demanda la posesión del hombre. Lo retira de la comunidad. Mientras más aislada esté la persona, más destructivo será el poder del pecado sobre ella y más desastroso será este aislamiento. El pecado desea permanecer en oculto. Huye de la luz. En la oscuridad de lo inexpresado envenena todo el ser.

El pecado aparta a la persona de la comunidad de los creyentes y, al estar lejos de otros cristianos, evita que recibamos el beneficio de rendir cuentas. Es un círculo vicioso. Como reza el refrán: la oración evita que pequemos y el pecado evita que oremos.

Si está albergando pecado en su vida, confiéselo ahora y reciba el perdón de Elohim. Despeje lo que está evitando que se comunique con Elohim.

Asesino de oración 2: Falta de Fe. 

La falta de fe tiene un impacto increíblemente negativo en la vida del cristiano. Sin fe la oración carece de poder. Incluso Yahshua no pudo realizar ningún milagro en Nazaret porque la gente no tenía fe (Marcos 6:1–6).

Santiago, el hermano de Yahshua, revela el efecto que la falta de fe produce en la oración en (Santiago 1:5–8).

Qué increíble revelación es esta para el corazón del infiel. La palabra doble ánimo habla de una condición en la que la persona se divide emocionalmente casi como si tuviese dos almas. Esa condición hace a la persona inestable y la incapacita para escuchar a Elohim o recibir sus dones.

La fe es realmente un asunto de confianza. Yahshua dijo: «Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis». Las personas muchas veces son remisas a poner su confianza en Elohim. Pero cada día confían en otros sin cuestionar, ostentando una fe que a Elohim le agradaría recibir de ellos. Piénselo. La gente va a los doctores cuyos nombres no pueden pronunciar, reciben una receta que no pueden leer, la llevan al farmacéutico a quien nunca han visto, obtienen una medicina que no conocen, ¡y entonces se la toman! ¿Por qué es mucho más fácil confiar en estos desconocidos que confiar en un Elohim que es fiel y amoroso en todos los aspectos? La respuesta está en dónde ponemos nuestra confianza. Mucha gente pone su confianza en sus amigos, cónyuges, el dinero o en ellos mismos. Sin duda, cualquier cosa menos Elohim los defraudará, pero aun la mínima cantidad de fe en Él puede mover montañas.

Asesino de oración 3: Desobediencia.

Recuerdo una tarde cuando tenía 17 años y estaba acostado en mi cama leyendo la Biblia. Hacía como un mes que había dedicado mi vida a Cristo y aceptado el llamado a predicar. Ese día estaba tratando de memorizar 1 Juan y me encontré con (1º Juan 3:21–22).

De pronto pareció como si Elohim hubiera abierto una puerta en mi mente y algo sonó. Me inundé de entendimiento. Aun lo recuerdo vívida mente porque fue uno de esos momentos especiales de iluminación que una persona experimenta en momentos cruciales de su vida. Al volver a leer el versículo, circulé la palabra porque en mi Biblia. Me di cuenta de que recibimos de Elohim porque le obedecemos. Esa es la condición que debemos cumplir para poder acercarnos a Él en oración.

Si vamos a desarrollar una creciente relación con Elohim y llegar a ser personas fuertes en la oración, debemos obedecer. Mantenernos alejados del pecado no es suficiente. Tampoco la fe. Si nuestros labios confiesan que creemos, pero nuestras acciones no lo demuestran con un despliegue de obediencia, esto prueba la debilidad de nuestra creencia. La obediencia debe ser el resultado natural de la fe en Elohim. Quien obedece a Elohim, confía en Él y le obedece.

Elohim no puede pasar por alto nuestra desobediencia aun cuando tratemos de distraerla. Solo nuestra obediencia restaura nuestra relación con Él y añade poder a nuestras oraciones.

Asesino de oración 4: Falta de transparencia con Elohim y con otros.

El 4 de junio de 1994 tuve el privilegio de hablar a sesenta y cinco mil hombres Cumplidores de Promesas en Indianápolis, Indiana. Hablé del valor de la integridad moral, de valorar a nuestras esposas y de mantenernos sexualmente puros. Durante las semanas que antecedían a la actividad sentí una tentación sexual y una presión como nunca antes había tenido. Le dije a mi esposa Margaret: «No me pierdas de vista durante las próximas semanas». Sabía que era objeto de serios ataques.

También tomé la decisión en ese entonces de dar a conocer mis luchas a mis compañeros de oración. No fue nada fácil, pero comprendí que si era sincero con ellos, a su vez podrían orar con más eficacia por esta situación. Mi transparencia hizo posible que oraran por mí muy específicamente y pude resistir la tentación. Creo que fueron sus oraciones las que me ayudaron a resistir este increíble período de dificultad y permanecer fiel a Elohim.

(Santiago 5:16) dice: «Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados». Santiago da a conocer la verdad acerca de Elohim: Cuando confesamos nuestros pecados unos a otros, lo cual requiere de nosotros una absoluta transparencia, Elohim puede sanarnos y limpiarnos. Experimentamos una restauración espiritual, física y emocional. Además, nuestra transparencia ayuda a otros porque les muestra que no están solos en sus dificultades.

Dietrich Bonhoeffer ha escrito acerca de la importancia de confesarnos abiertamente con otros cristianos. En Life Together (La vida juntos) dice: “En la confesión la luz del evangelio penetra en las tinieblas y la reclusión del corazón. Debe llevarse el pecado a la luz. Lo inexpresado debe comunicarse y reconocerse francamente. Todo lo secreto y oculto debe manifestarse. Es una dura lucha hasta que se admite el pecado con sinceridad. Pero Elohim rompe las puertas de acero y las rejas de hierro. Nuestro hermano rompe el círculo del autoengaño. Un hombre que confiese el pecado en presencia de otro hermano sabe que ha dejado de estar solo. Experimenta la presencia de Elohim en la realidad de la otra persona”.

La parte más difícil de ser sincero es la confesión. El yo se convierte en una piedra de tropiezo y obra el temor de dañar nuestra imagen. Esto es algo con lo que la sociedad en pleno lucha. Cada cual quiere culpar a otros por sus defectos y problemas.

La transparencia es difícil para muchas personas. Numerosos pastores que conozco tienen mucha dificultad con eso. Pero la franqueza con otros puede tener un profundo efecto en usted. La transparencia con Elohim al orar le coloca en la agenda de Él en lugar de la suya, y también le da la libertad a otros creyentes para que oren por usted estratégica y específicamente.

Asesino de oración 5: Falta de perdón.

Quizás recuerde el pasaje de la Escritura en el que Pedro le pregunta a Yahshua acerca del perdón. Le dice: «Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?» (Mateo 18:21). La Ley hebrea exigía que la persona perdonara tres veces una ofensa. Pedro, al sugerir siete, pensó que era muy indulgente y perdonador. Quizás se sorprendió cuando oyó la respuesta de Yahshua en (Mateo 18:22).

Yahshua trató de enseñarle a Pedro que el perdón no era un asunto de matemáticas. Ni tampoco una alternativa de palabras. Se trata de una actitud del corazón y de que el Espíritu Santo nos dé el poder para perdonar. ¿Por qué el perdón es tan importante? La respuesta la encontramos en (Mateo 6:14-15).

Perdonar y ser perdonado son gemelos inseparables. Cuando una persona se niega a perdonar a otra, se daña a sí misma porque su falta de perdón se puede adueñar de ella y producirle amargura. Y con amargura no se puede entrar en la oración y salir con bendición. El perdón no solo le permite a su corazón a hacer lo bueno, sino también a ser luz.

Asesino de oración 6: Motivos falsos.

Elohim no comete errores en cuanto a nuestros motivos. Cuando estos no son buenos, nuestras oraciones carecen de poder (Santiago 4:3).

A veces incluso puede ser difícil conocer nuestros motivos. En mi experiencia he observado dos cosas que rápidamente exponen nuestros falsos motivos:

1. Un Plan Mayor Para Nosotros. Grandes planes, los que se montan por encima de nuestras cabezas, nos obligan a examinar por qué los estamos haciendo. Y ese proceso expone nuestros motivos. Piense en alguien como Noé. Elohim le mandó a construir un arca en una época en que nunca había llovido sobre la tierra. Sin duda, era una tarea que no podía hacer solo. Cuando sus vecinos vinieron a reírse de él, Noé debió haberse examinado a sí mismo y el por qué lo estaba haciendo. Y eso le recordó su responsabilidad hacia Elohim.

2. La Oración. Cuando oramos, Elohim nos habla y muestra nuestros motivos. Si estamos actuando con orgullo, temor, egoísmo, auto satisfacción, conveniencia, etc., Elohim nos lo mostrará siempre que deseemos escuchar. Y si lo deseamos, Él cambiará esos motivos.

Ya que siempre quiero tratar de mantener mis motivos puros, le pido a Bill Klassen, mi compañero de oración personal, que me pida cuentas. Una de las preguntas que siempre me hacía cuando todavía pastoreaba la iglesia de Skyline era: «¿Estás abusando del poder que tienes en la iglesia?» Eso mantenía vigente mi sinceridad. Y sabiendo que tenía que enfrentarme a Bill cada mes y responder a esa pregunta, eso me ayudaba a recordar que debía examinar mis motivos continuamente para que se mantuvieran puros y alineados con lo que Elohim deseaba para mí.

Asesino de oración 7: Ídolos de la vida.

Cuando la mayoría de las personas piensan en ídolos, vienen a sus mentes las estatuas que muchos adoran como dioses. Pero un ídolo puede ser cualquier cosa en la vida que se interponga entre nosotros y Elohim. Los ídolos vienen de muchas formas como el dinero, la carrera, los hijos y el placer. Repito, es un asunto del corazón.

(Ezequiel 14:3) muestra claramente el efecto negativo de cualquier cosa que se interponga entre una persona y Elohim.

Este pasaje muestra muy claramente la aversión que Elohim siente por los ídolos. Ni siquiera desea que un adorador de ídolos le hable. Por otra parte, cuando quitamos los ídolos de nuestras vidas, estamos listos para un avivamiento personal.

Revise su propia vida. ¿Hay algo que ha puesto por encima de Elohim? Algunas veces es difícil decirlo. Una manera de saber si hay algún ídolo en su vida es preguntándose: «¿Estaría dispuesto a renunciar a esto si Elohim me lo pidiera?» Mire con sinceridad su actitud hacia su carrera, sus posesiones y su familia. Si hay cosas que no dejaría por Elohim, ellas están bloqueando su acceso a Él.

Asesino de oración 8: Indiferencia hacia otros.

El (Salmo 33:13) dice: «Desde los cielos miró YAHWEH; vio a todos los hijos de los hombres». La perspectiva de Elohim es inmensa. Ama a todo el mundo y desea que nos interesemos en otros de la misma manera que Él, y se acongoja cuando desatendemos a los demás. 

Las Escrituras están llenas de versículos que respaldan el anhelo de Elohim para que haya unidad entre los creyentes, entre hermanos cristianos, cónyuges, laicos y pastores. Por ejemplo (Juan 13:34).

(1º Pedro 3:7) exhorta a los cónyuges a que se consideren mutuamente. De lo contrario, dice, sus oraciones tendrán obstáculos. Y (1º Pedro 2:13) dice: «Someteos por causa del Señor a toda institución humana».

Otro de los beneficios de la oración es que le ayuda a aprender a amar a otros. Es imposible que una persona odie y critique a alguien por quien está orando. La oración genera compasión, no competencia.

Asesino de oración 9: Indiferencia hacia la soberanía de Elohim.

Creo firmemente en la soberanía de Elohim. Pienso que esa es una de las cosas que me han ayudado a seguir siendo positivo durante los tiempos difíciles a través de los años. Sé que Elohim me conoce totalmente y sabe qué es lo mejor para mí (Jeremías 1:5).

Cuando Yahshua mostró a sus discípulos cómo orar, lo primero que hizo fue enseñarles a honrar a Elohim por lo que es (Mateo 6:9–10). Ese es un obvio reconocimiento de que Elohim tiene el dominio de todo, de que es soberano. Y establece nuestra relación con Él, es decir, la de un hijo bajo la autoridad de su Padre. Cada vez que no prestamos atención al orden divino de las cosas, nos apartamos de los límites e impedimos nuestra relación con nuestro Padre celestial.

Asesino de oración 10: Voluntad rebelde.

El propósito fundamental de la oración no es que obtengamos lo que queremos, sino aprender a querer lo que Elohim nos da. Pero eso nunca sucederá si no rendimos nuestra voluntad y nos colocamos en la agenda de Elohim en lugar de la nuestra.

La persona cuya voluntad está rendida a Elohim mantiene una relación con Él como la que se describe en la parábola de la vid y los pámpanos. (Juan 15:7).

La rama depende de la vid y vive unida a ella. A su vez la vid le proporciona de todo lo que necesita, lo que trae como resultado frutos abundantes.

Rendir nuestra voluntad a la de Elohim reporta grandes beneficios. Uno de ellos es que Elohim promete responder nuestras oraciones y conceder nuestras peticiones. Otro es que llegamos a recibir el poder de Cristo a través del Espíritu Santo. A semejanza de la vid y las ramas, Él fluye a través de nosotros, nos da poder y produce frutos.

El desarrollo de una vida de oración eficaz depende de la continuidad en mantener con Elohim relaciones fuertes y desprovistas de pecado y desobediencia. (1º Pedro 3:12).

Si luchamos por la justicia y confesamos nuestros errores, podemos permanecer cerca de Elohim. Sin embargo, mantener nuestras relaciones con Él es un proceso continuo.

Vea el (Salmo 139:23–24). Contiene las palabras de David, un hombre conforme al corazón de Elohim, que mantuvo una de las mejores relaciones con Él en toda la Biblia:

David conquistó algunos de los pecados más horribles de su vida por estar cerca de Elohim. Fue un asesino y adúltero, pero se humilló ante Elohim y confesó sus pecados. Y eso le permitió acercarse más a Elohim y continuar creciendo y edificándose en sus relaciones con Él.

David es un gran modelo que debemos imitar. Si Elohim pudo perdonarle y establecer relaciones especiales con él, también puede hacer lo mismo con nosotros. Si somos fieles, Elohim nos acercará a Él y contesta nuestras oraciones.



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5. Un buen ejemplo de como Orar.





Por: 
Nelson Raúl Diosa.
Pedro Torres.
Wikipedia.

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